El vicio de muchos
Para muchos las rutas en motos forma parte de su forma de vida, pasando de ser un simple hobbies a ocupar los momentos más emocionantes y felices.
Dentro del mundo del motor, las motos se llevan gran parte del público, sus bonitos diseños, acompañados con la sensación de libertad que provoca conducirlas, hacen de ellas un cóctel que podría catalogarse como adictivo.
No es raro ver a grupos de moteros recorriendo el asfalto en su día festivo, disfrutando del paisaje y la carretera y finalizando el trayecto en uno de esos míticos bares de los de antaño, dónde te sirven cerveza fría y bocadillo de tortilla.
Sin duda, los adictos a las motos estarán conmigo que la sensación es increíble. Pero también es cierto que los motoristas estamos expuestos a muchos riesgos en el asfalto, que pueden complicar nuestra ruta e incluso poner en peligro nuestra integridad física.
¿Será esa mezcla entre libertad y peligro la que hace que el mundo de la moto sea tan emocionante? Cuando estamos realizando una actividad que nos agrada y nos resulta excitante, nuestro cerebro da la orden de segregar una serie de hormonas, las catecolaminas, dentro de las cuales se encuentran: la adrenalina, la noradrenalina y la dopamina.
Esta mezcla de hormonas son las que nos dan sensación de euforia y en consecuencia provocan que percibamos la realidad algo distorsionada, pudiendo desencadenar una conducta temeraria.
Lo que está claro es que se ha de disfrutar de la conducción con responsabilidad. Viajar en moto es un placer para muchos, pero también un riesgo para unos pocos inconscientes que se dejan llevar por el momento sin parar a pensar en su seguridad y en la de su alrededor.
Desde Alas, ¡solo podemos desearos que tengáis un buen viaje! ¡Nos vemos en la próxima estación!